Después de cinco años en la búsqueda de bebé y todos los procedimientos de baja complejidad, los doctores dicen que lo que hemos hecho no es nada.Ni siquiera se toma en cuenta como un proceso de fertilidad porque las probabilidades aumentan hasta que comenzamos con alta complejidad.
He resentido mucho la cara de esos doctores cuando me preguntan qué hemos hecho en estos últimos años. Neto responde y comienza con la lista: dos histerosalpingografias, una laparoscopia, seis ciclos de coito programado con pastillas y otros seis con inyecciones.
Y sus caras, las recuerdo todas (digo todas porque ya hemos visto cuatro doctores en el último año) es como desconcertados, porque entonces no hemos ni comenzado y al mismo tiempo supongo que sienten alivio al saber que, podríamos empezar algo completamente nuevo.
Pero lo que para ellos es nada, para nosotros fue ya casi que suficiente. Hay demasiado dolor en esos intentos fallidos, algunos de ellos también critican que hayamos tenido que pasar por tanto, si el diagnóstico más simple era comenzar por lo nos daría mayores posibilidades: in vitro.
El que me conoce sabe que odio tomar pastillas, me tengo que estar literalmente muriendo del dolor para que yo acceda a tomar alguna, me caen muy pesadas en el estómago y a veces prefiero aguantar esa migraña o ese dolor de vientre para evitar ese dolor de estómago.
Pero aquí estoy, con anticonceptivos, ácido fólico, suplementos y vitaminas. Eso sin siquiera haber comenzado “el proceso”, aquí estamos solo “preparando al cuerpo” y lo odio. Me dan ganas de llorar solo de pensar todo lo que viene, me da ansiedad, pero mucha más rabia. ¿Para qué seguir intentándolo? ¿Quién voluntariamente quisiera enfrentarse a una posible decepción? Pero y ¿qué tal si esta vez es diferente?, me pregunta mi psicóloga.
Neto y yo lo conversamos y decidimos después de año y nueve meses sin tratamientos que, “aquí vamos otra vez”, una última vez. No sé si mañana cambiaré de opinión, siento profunda admiración por esas mujeres que lo han intentado muchas veces, pero no sé si mi cuerpo o mi corazón me lo permitan.
Nunca me he preguntado por qué a mí pero no puedo evitar enojarme y preguntarme ¿por qué así? ¿por qué tengo que hacer y dejar de hacer? ¿por qué tiene que ser tan complicado? ¿por qué no es tan fácil como dice la gente? Un tequilita, unas vacaciones, orar con fe. Si tan solo no lo hubiese intentado todo. Si tan solo entendieran que la infertilidad es una enfermedad y por ende debe de ser tratada como tal.
“Ya hubieras hecho in vitro”, es otra; como si fuese una decisión tan fácil de tomar. Decidir sobre comenzar un nuevo tratamiento o dejar de hacerlos es de las decisiones más duras de la vida. Ninguna es fácil, ninguna hace que el camino sea menos doloroso.
Lo que nadie sabe de estas decisiones es todo lo que implica. Además del duelo de dejar ir toda esa expectativa de factor sorpresa del que ya les he contado en otros posts, de la pre concepción de cómo se debería de concebir un bebé a darle otro significado a ese famoso dicho que dice que “los hijos son caros”.
Si lo sabremos nosotros que ahora que empezamos a cotizar bromeamos en que ya nuestros hijos se deberían de llamar Prima si es niña y Carro si es niño porque para eso estaba destinado el ahorro en una primera instancia antes de decidirnos finalmente por este camino. Este camino que a pesar de tener un 70% de probabilidades en el primer intento (las más altas hasta ahora), no nos garantiza un bebé en casa.
Entonces hay una parte de mi que (lo siento hija/o mío si alguna vez lees esto) quiere realmente usar ese dinero para abonar a la prima de nuestra casa. No hay cosa más certera que esa, claramente tengo probabilidades mayores al 70% de que después de unos años será nuestra.
Y después, el proceso. Resulta que debido a mi enfermedad y que hay muy pocos especialistas en ella, quisiéramos hacer el proceso en otro país. Ya estos doctores me han recomendado que para poder aumentar la tasa de efectividad, lo mejor es que me operen. Esto puede mejorar la calidad de los óvulos y preparar a mi útero para el mejor ambiente para los embriones en caso que se logren. Digo en caso que se logren porque uno no sabe si eso puede pasar hasta que ya está en el proceso.
Eso sin mencionar los procesos migratorios que podrían implicar y el tiempo que me tendría que tomar fuera del país. ¡Que trabajal! ¡Cuánta ansiedad! Todo esto mientras pretendo ser una persona persona “normal”.
Hay una parte de mi que odia haber pasado por tanto y otra que agradece este proceso tan doloroso que ha fortalecido no solo mi matrimonio sino también la percepción sobre mí misma, lo que significa la maternidad para mí y empezar a sanar mi niña interior.
No me imagino las cargas que hubiese tenido que llevar ese pequeño humanito con toda la expectativa que tenía sobre él/ella, si no hubiera tenido todo este tiempo para sanar, des aprender y comprender muchas cosas sobre mí.
Pero nada de esto hubiese sido posible sin la compañía de las voces de otras mujeres que se han animado a visibilizar su historia. Que a pesar que algunas no las conozco en persona, me he visto reflejada en cada post donde la lección más clara ha sido que, no importa lo que pase: voy a poder, soy suficiente y ya estoy completa (diría la gran Dra. @lamonicaperalta).
Cada historia con diferencias y coincidencias me ayuda a tener otra perspectiva de la vida, me ayudaron a comprender el valor de su historia y es por eso que yo continúo compartiendo la mía.
“Todos tenemos puntos sensibles y nuestro instinto es mantenerlos protegidos. Hay mucho valor en luchar contra ese instinto y es cuando sobrepasamos esos miedos, de donde provienen las verdades más grandes».
“Incluso cuando no es bonita o perfecta, Incluso cuando es más real de lo que quieres que sea. Tu historia es lo que tienes, lo que siempre tendrás. Es algo de lo que nos debemos de adueñar”.
– Michelle Obama.
Como dice Maru (en mi post favorito de @quemepartaunmilagro), “somos las que vuelven, esas tercas de corazón repleto de amor” pero también somos las que dejamos ir, las que pusimos límites, las que pausaron y las que decidieron no volver jamás. Las que transformamos ese amor que guardábamos con ilusión y re significamos el dolor.