Y, ¿qué es el éxito?

Después de que me corrieron de mi último trabajo, recuerdo estar acostada en mi cuarto viendo tele cuando sonó mi celular.

Era Yassir Chavarria, un tipo que no conocía pero lo había aceptado en Facebook después de que me pidió prestado un libro de Inbound Marketing en twitter. Todavía no sé cómo consiguió mi número pero, basada en su redacción y ortografía, me daba la percepción de ser un hombre coherente.

Yassir
👆 este es Yassir

La llamada era para comentarme que él, en conjunto a Rodrigo Peñalba y su hermano Bent, iban a crear una empresa de comunicación digital y necesitaban contratar a alguien que les ayudara. Como de babosa no tengo nada, le comenté que estaba interesada en su propuesta, pero no como colaboradora sino como socia.

«La viva» y sus socios

Tenía tanto miedo de comenzar de nuevo, de sentirme feliz en el lugar donde pasamos la mayor parte de nuestro día, que pensé que la única manera de hacerlo era bajo mis propias reglas, escogiendo a mi nuevo y ahora propio equipo de trabajo.

Definitivamente no estaba pensando en el carro que todavía debo, el préstamo que me hizo el banco cuando me fui de vacaciones, lo que me prestó Pepe cuando me enjarané con las tarjetas y mucho menos en esas cuotas chiquitas y sin fiador que tengo que pagar para cancelar el celular que compré, cuando me robaron el anterior en San Juan del Sur.

broke heidy

Me tiré de cabeza y así comencé esta aventura de la mano de mis socios sin aportar un peso al capital. Fui a mis primeras reuniones con una laptop roja que mi hermanita me prestó. El día que llegué a devolvérsela le comenté que no tenía cómo comprarme una y sin pensarlo me respondió: “Te la regalo. Yo no la uso. Llevátela”. Lo tomé como una señal divina de que las cosas empezarían a tener forma.

El primer mes, mis socios que aún no estaban trabajando de tiempo completo en Origami (nuestra empresa), cedieron parte de su “salario” para que al menos Pepe dejara de llamarme. Fue súper frustrante renunciar a la salidita del fin de semana, a la camisa que me hacía ojitos en el mall; hasta llegar a pensar en qué vender para que el banco dejara de llamar.

Por eso en cuanto me contactó una empresa salvadoreña, que iba a comenzar operaciones en Nicaragua para una entrevista, no dudé en asistir. El entrevistador, quien también era dueño de la empresa, había hecho bien su tarea y sabía que yo acababa de emprender con un modelo de negocio parecido al de él. Al finalizar la entrevista me dijo: “Me gustaría ofrecerte un puesto pero sé que sos una de las socias de Origami. Entonces, ¿por qué estás aquí?”.

Por obvias razones no le saqué mi ristra de deudas y decepciones monetarias, así que sólo le dije que quería saber más de su empresa y conocer qué retos tenía para mí. Lo que me respondió se ha quedado conmigo desde entonces y me lo repito cada vez que quiero colgar la toalla:

“Quisiera poder ofrecerte algo bueno pero, no hay mejor reto que el crear tu propia empresa.”

Lo que me dijo después no me gustó tanto: “Después de los tres años, todo es más fácil.”

¿¡Tres años!? 😒 En tres años yo quería estar estudiando en Miami Ad School después de haber armado mi portafolio como Directora de una gran agencia, donde ahorraría dinero para irme a vivir a Madrid donde está la escuela.

¿En qué estaba pensando? ¿Será que esto de ser dueña de negocio no es lo mío? ¿Debería de regresar a buscar trabajo en una agencia?

Los siguientes cincos meses llegaba a la oficina con esas preguntas en la cabeza. Todavía hay días en que le reclamo a Yassir: “bien estaba yo viendo tele en mi casa pero tuviste que llamarme, ahí estuviera trabajando para alguien más en otra empresa ganando al menos el doble de lo que gano ahora y sin tanto estrés”.

Tener mi propia empresa también estaba en mis planes, pero diez años adelante en mi línea de tiempo. Era una batalla entre lo que era y lo que había planeado ser por tantos años.

Cada vez que me encontraba a alguien en la calle y me preguntaba dónde estaba trabajando, me daba pena contestarle que tenía una empresa y aun cuando recibía felicitaciones las recibía pensando que lo hacían por compromiso. Sabía que pensaban “pobre loca, trabajando en una empresita con un par de clientes que le pagan tres pesos”. Y pues “sabía” que pensaban eso porque eso es lo que yo hubiera pensado, porque para mí el éxito era trabajar en una empresa grande con un salario gordo y un título estrafalario.

Durante este tiempo, comencé a recibir invitaciones a espacios donde podía compartir mis conocimientos con otras personas. De nuevo, acepté con miedo y casi que como sacrificio para la empresa porque ¿Quién era yo para impartir un taller en una escuela de creatividad o aparecer en televisión con  Berta y Xiomara? Seguramente lo primero que iba a decir la gente es: «¿Qué pato parió ese huevo?¿Quién enganchó esa niña de que es presentadora?»

Hasta que un día,  hace un par de meses me invitaron a un conversatorio donde asistieron muchas personas del medio que respeto. Para iniciar, nos pidieron presentarnos y comentar qué hacíamos. En el momento que terminé de decir en voz alta todas las cosas en las que estamos trabajando me sentí exitosa.

El éxito, al igual que la felicidad, es relativo. Recuerdo haberme burlado en secreto de amigas que renunciaron a sus carreras laborales por formar una familia, en ese momento no lo entendía. Tuve que luchar contra mi percepción que rechazaba mi propio éxito. Tuve que aprender a reconocer y decir en voz alta y con orgullo todo eso por lo que he trabajado para finalmente satisfacer mis expectativas.

Todavía no somos millonarios en Origami, ni la empresa de comunicación más conocida en el país. Sin embargo, tengo la oportunidad de trabajar con marcas que presentan retos distintos todos los días, disfruto de clientes que con el tiempo se han convertido en amigos, generar nuevas fuentes de empleo, trabajar con un equipo de chavalos talentosos que me llenan de energía y por qué no, también dolores de cabeza al llegar a la oficina. Tengo la oportunidad de brindar consejos en base a mi experiencia laboral a través de la tele y ahora también hasta hay personas que pagan talleres por escuchar lo que tenemos que decir sobre el mercado digital.

Mi grupo de talentosos estudiantes del Taller de Comunicación Digital
Mi grupo de talentosos estudiantes del Taller de Comunicación Digital
#TodoEnPositivo 💛💛💛
#TodoEnPositivo 💛💛💛
¡Ya somos 15!
¡Ya somos 15 en Origami!

El párrafo anterior y el que me estés leyendo en este momento, es a lo que llamo éxito. Todo lo que hago satisface mi necesidad de ayudar a otras personas por medio de lo que me apasiona y sentir que he logrado ayudarte a crear un mejor perfil en linkedin o a inspirarte a no darte por vencido en tu negocio pues es éxito para mí.

¿Y vos? ¿Hacés lo que te apasiona y aún no te sentís exitoso?

Entonces es hora de:

  • Enumerar, escribir y decir en voz alta tus logros.
  • Reconocer que las circunstancias te hicieron cambiar de planes y prioridades.
  • Re organizar nuestros sueños y metas.
  • Re definir qué es éxito para vos.

Si vos trabajás en algo que te hace feliz y te sentís orgulloso de cómo lo que hacés influye en la vida de los demás. Te felicito, ¡sos una persona exitosa!.

Ps: todo esto es tu culpa, Yassir.

13 comentarios sobre “Y, ¿qué es el éxito?

  1. Me encanto paty , definitivamente muchos pensamos que el éxito es poder y dinero pero la vida me ha enseñado que el amor y dedicación a tu trabajo es y será el éxito ..Yo he utilizado tres palabras para determinar más rápido tu éxito : compromiso , Comunicacion y amor no importa el orden . Felicidades por tu blog..

  2. Patty! Que lindo! Me encanta como escribis, como exteriorisas tus sentimientos, lo haces sentir identificado a uno con todo o parte de tus escritos.
    Te admiro mucho! Exito, que lo mejor para vos esta por venir

  3. Patricia, te felicito por tus logros.
    No te conozco personalmente. Pero, leyendo tu post, pienso que este proceso te hizo madurar como empresaria, y como persona.
    Sos elocuente. Me gustó leer tu historia.
    Para mi, ha sido al revés. Siempre he querido ser dueña y jefa de mi empresa y de mi horario. Eso de que alguien me diga si tengo permiso o no, de irme de vacaciones, como que no.
    Espero que pronto, Origami crezca más. Y que todos tengan un salario gordo. Como el que vos tenias antes. O más… 😉
    Exitos!

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